El solado es una de las tareas más comunes y a la vez más importantes dentro de una reforma. Muchas veces no le damos la atención que merece, pero cambiar el suelo puede transformar por completo un espacio, tanto en apariencia como en funcionalidad.
En términos simples, solado significa colocar un nuevo pavimento sobre una superficie. Puede ser sobre una solera de obra nueva, o bien sobre un suelo antiguo que necesita renovarse. Es habitual en reformas de cocinas, baños, patios y terrazas, pero también se puede hacer en salones o pasillos cuando se busca una mejora estética o mayor resistencia.
Uno de los puntos clave al solar es la preparación del soporte. La superficie debe estar completamente limpia, nivelada y sin humedad. Un mal nivelado puede provocar baldosas sueltas, crujidos al pisar o incluso grietas con el tiempo.
En cuanto a materiales, el abanico es muy amplio. El gres porcelánico es uno de los más utilizados por su resistencia, facilidad de limpieza y diseño variado. También están la piedra natural, el microcemento o incluso suelos de vinilo de alta calidad, dependiendo del estilo y del presupuesto.
No solo se trata de colocar baldosas: el trabajo incluye la elección del adhesivo adecuado, una correcta alineación, separación uniforme entre piezas y el rejuntado final. Todo esto afecta directamente al acabado y a la durabilidad del pavimento.
En resumen, el solado es una inversión que mejora tanto la estética como el confort de una vivienda. Si estás pensando en reformar, elegir un buen material y contar con un profesional que garantice una instalación correcta es esencial para evitar problemas en el futuro.