Cuando hablamos de reformas en baños o cocinas, uno de los trabajos más importantes y visibles es el alicatado. Este proceso consiste en revestir las paredes con azulejos, y va mucho más allá de lo decorativo: protege frente a la humedad, mejora la higiene y alarga la vida útil de las superficies.
El alicatado se realiza, sobre todo, en zonas expuestas al agua, como la ducha, el lavabo o la encimera de la cocina. Por eso, su ejecución debe ser precisa. Una pared mal alicatada puede terminar con filtraciones, juntas mal selladas o azulejos que se despegan con el tiempo.
Elegir el tipo de azulejo adecuado también es parte del proceso. Hoy en día hay una enorme variedad de diseños, acabados y formatos. Desde piezas grandes que ofrecen un aspecto moderno y uniforme, hasta pequeños mosaicos decorativos que aportan personalidad a cualquier estancia. También hay que considerar el tipo de acabado: brillante para dar más luz, o mate para un efecto más natural.
Pero el alicatado no solo es técnica, también es detalle. El alineado perfecto, las juntas simétricas, el corte limpio en esquinas y enchufes… Todo eso marca la diferencia entre un trabajo corriente y uno profesional.
En cada reforma que realizo, pongo especial atención en el alicatado. Es un elemento que se ve y se usa a diario, por lo que debe estar bien ejecutado. Si estás pensando en renovar tu baño o cocina, invertir en un buen alicatado te garantizará un espacio bonito, funcional y duradero.